ARQUITECTURAS DESAPARECIDAS: EL REAL ALCÁZAR DE MADRID.

El Real Alcázar de Madrid fue la principal residencia de la monarquía Hispánica desde la edad media hasta principios del siglo XVIII. Un voraz incendio lo destruyó en 1734. Sin embargo, gracias a los documentos históricos y arte de la época podemos imaginar como puedo ser.

LA FORTALEZA INICIAL

El Real Alcázar de Madrid fue la principal y grandiosa residencia de los reyes de España durante siglos.  Se desconoce la fecha exacta de su construcción pero todo apunta a que era el resultado de una transformación progresiva de siglos y siglos de una antigua fortaleza árabe, documentada en textos históricos y cuyos restos presumiblemente están aún bajo el subsuelo. Fue construida por orden  Muhámmad I (852-886), emir de Córdoba, en la segunda mitad del siglo IX para dominar el río Manzanares (entonces Wuad-arrama) desde un alto promontorio que permitía proteger además el camino a Toledo. Esta fortaleza se configuraría en torno a un único patio central de grandes dimensiones y varias torres defensivas en sus esquinas, así como dos enmarcando su puerta principal. Entorno  a esta fortaleza surgió una medina (ciudad árabe amurallada) llamada Medina Mayrit y que le daba servicio. Esta austera fortaleza y la ciudad que creció en torno a ella fue el núcleo original de Madrid. Al igual que otras fortalezas árabes recibió el nombre de Al-qasar, (fortaleza amurallada en árabe y de dónde viene la palabra Alcázar)

La fortaleza, encaramada en el barranco del río Manzanares siguió teniendo un uso defensivo hasta la reconquista de Madrid  por los cristianos a finales del siglo XI. Es entonces cuando los primeros reyes cristianos lo utilizan ocasionalmente más como palacio que como fortaleza. Para ello se le fueron realizando reformas, sobre todo en la fachada del mediodía o principal, hasta llegar al aspecto  representado por Jan Cornelisz Vermeyer en el año 1534.

 

Real Alcázar de Madrid. Jan Cornelisz Vermeyer. 1534. Wikimedia Commons. 

Durante su proceso de transformación de fortaleza a palacio se compartimentó el patio central creando dos patios (Patios del Rey y de la Reina). Esto fue posible al crear un ala que lo recorría de norte a sur por el eje central, creando  en su interior la Real Capilla y el Vestíbulo entre los dos patios. A todo ello hay que sumarle la redificación de las torres  en 1385 con motivo de la vista de Leon V de Armenia. Posteriormente fueron mejoradas sus defensas por Pedro I El Cruel. En 1419 albergó  las primeras Cortes españolas. Durante la década de los 70 del mismo siglo fue donde  encerraron a Juana La Beltraneja durante la Guerra de Sucesión castellana (1475 -1479). A la fachada principal se le sumaba  la  iglesia de San Miguel de a Sagra, la cual estaba enfrente, pero fue derribada en 1548 por Carlos I y V de Alemania, provocando que aún hoy se discuta su situación exacta.

REFORMAS DE CARLOS V

En 1540 el emperador Carlos V comienza a pasar largos períodos de tiempo en el ahora denominado Real Alcázar por lo que decide iniciar una serie de reformas. La fachada del mediodía adquiere un aspecto más palaciego y  menos defensivo. Sin embargo, las demás fachadas seguirán siendo las propias de un castillo. De la reforma de Carlos V destacaba su escudo imperial encima de la puerta principal central y  balcones en las torres, así como una reconfiguración de las torres defensivas de su fachada principal, que encuadraban la puerta principal. También se dota a las torres con vistas al barranco del río Manzanares de unos tejados en punta que lo dotan de un aspecto similar al Alcázar de Segovia y otros castillos europeos de aquella época, además de una torre en uno de sus laterales, conocida como Torre de Carlos V, que destacaba por una galería de arcos en su piso superior . Es aquí cuando empieza a ser considerado un Palacio Real y no una fortaleza defensiva. 

Reconstrucción hipotética del Real Alcázar tras las
reformas de Carlos V, hacia 1550

REFORMAS DE FELIPE II

En 1561 Felipe II establece que Madrid será la capital permanente de España y por tanto el Real Alcázar será la residencia oficial del rey de España. Para ello encarga su embellecimiento y mejora a Alonso Covarrubias y a Luis de Vega. Posteriormente encarga a Gaspar de la Vega sus nuevos aposentos regios. De la Vega levanta para tal fin  al borde del barranco la Torre Dorada, cuyo nombre provendría de la bola de oro situada en la cúspide de su chapitel.  Fue edificada en estilo herreriano (mismo estilo que otros edificios de Madrid como la Plaza Mayor o la Cárcel de la Corte). Este estilo, a mitad de camino entre el Renacentista y el Barroco español, estaba basado en los edificios que Felipe II había visto por Europa y que estaba tratando de replicar en El Escorial, en construcción por esas mismas fechas por el arquitecto Juan de Herrera. Fue en esta Torre Dorada dónde Felipe II instaló sus aposentos reales y su despacho.

El resto de fachadas del Real Alcázar seguirán con su aspecto medieval aunque se abrieron ventanas y se le dotó de un tejado. En 1585 Francisco de Mora levanta una galería cubierta entre la Torre Dorada y una de las torres de la entrada. Esta galería servía para que los reyes contemplarán las fiestas que se celebraban en la plaza contigua que se formó a los pies del edificio. De esta misma época también era la escalera imperial, la cual estaba situada entre los dos patios y contigua a la Real Capilla. Esta escalera, de gigantescas dimensiones, poseía a los lados una serie de arcos los cuales permitían ver desde ella los dos patios. Poseía además el escudo imperial en la pared que la separaba de la Real Capilla. Una solución similar, pero de dimensiones mucho más reducidas se puede ver actualmente en el Ministerio de Exteriores, antigua Cárcel de la Corte.  

Aspecto del Real Alcázar tras las reformas de Felipe II. Se aprecia la Torre Dorada en uno de sus extremos, con su característico chapitel.

 

REFORMAS DE FELIPE III 

En 1608 Felipe III encarga a Francisco de Mora unificar la fachada con la Torre Dorada. En una primera fase se completa una torre gemela (Torre Dorada II) en el extremo contrario de la fachada principal. En 1610 a la muerte de Francisco de Mora le sucede su sobrino Juan Gómez de Mora. El cual en una segunda fase demuele los pisos superiores de las torres centrales y unifica la fachada en estilo herreriano levantando una nueva fachada justo delante. 

Primera fase de las obras de remodelación del Real Alcázar por Francisco de Mora. Desmontando Madrid. TeleMadrid. 

Segunda fase de las obras de remodelación del Real Alcázar por Juan Gómez de Mora. Desmontando Madrid. TeleMadrid. 

 

Se cree que de esta misma época debe ser la maqueta de su fachada principal, conservada actualmente en el Museo de la Historia de Madrid. En esta maqueta podemos ver cómo parte de la fachada estaba separada por una construcción de una altura, destinada a las caballerizas, y que servía como separación entre la plaza (pública) y los jardines del Rey (privados), los cuales acabarían desapareciendo para unificarse con la plaza, pues no aparecen en representaciones posteriores, mientras que si aparece toda su fachada precedida por dicha plaza. Mientras que se producían estas obras en su fachada principal, la fachada encaramada al barranco del río Manzanares, siguió teniendo un aspecto medieval, aunque se le añadieron tejados y ventanas. Mientras las demás fachadas eran reformadas, la fachada trasera, que actualmente daría a los Jardines de Sabatini, nunca fue reformada siguiendo un programa constructivo, por lo que acabó convirtiéndose con el tiempo en una fachada informe con vistas a los jardines y establos reales.

Maqueta del Real Alcázar de Madrid. 1608? Museo de la Historia de Madrid. Wikimedia Commons

 

Para mediados del siglo XVI se realizan otras ampliaciones cuyos resultados son aúndiscutidos en la actualidad. Pues  en un plano de Madrid de 1635 titulado: La Villa de Madrid Corte de los Reyes Católicos de Espanna firmado por los cartógrafos  De Wit y Mancelli, aparece con las torres centrales de la fachada de mediodía de iguales características que las Torres Doradas I y II de los extremos. Sin embargo, en representaciones posteriores del Real Alcázar este aparece sin dichas torres, por lo que se cree que se estaba representado el aspecto inconcluso con el que Juan Gómez de Mora quería dotar al palacio, pero que fue abortado por alguna razón desconocida. También parece ser que en el frontón sobre el tejado se colocó la estatua ecuestre de Felipe IV (actualmente en la Plaza de Oriente) pero una vez más se discute de si esto se correspondió con la realidad o fue solamente un proyecto irrealizado.

 

REFORMAS PUNTUALES DE FELIPE V 

En 1700 Carlos II fallece sin descendencia en el Real Alcázar. Es entonces cuando por una serie de pactos de familia y  la Guerra de Sucesión (1701-1713), Felipe V de Borbón accede al trono de España. Felipe V se había criado en Versalles por lo que el viejo Real Alcázar  le parecía feo, anticuado y oscuro. Sin embargo, lo siguió utilizando como palacio real por un tiempo. Están documentadas algunas reformas en sus salas para dotarlas de un aspecto barroco italiano y francés siguiendo el gusto de la época, pero tan solo se conservan algunos alzados que no son suficientes para conocer que aspecto pudieron tener. 

Anónimo. Real Alcázar de Madrid desde el río Manzanares. Siglo XVII. Wikimedia Commons.

INTERIOR

En cuanto a su interior todo lo que se sabe es a partir de textos, planos y cuadros de la época con los cuales se han podido conocer el aspecto de algunas partes. De los planos destacan los de 1536 de Covarrubias, el de 1626 de Gómez de Mora y los de 1705 y 1709 de Ardemans, además un plano  de 1651 de autor desconocido.

A través de pinturas y grabados está bien documentada la existencia de  los dos grandes patios  tras la reforma de Carlos V acosta de edificar su palacio dentro de la antigua fortaleza.  Los testimonios de la época dicen que  su distribución interior era laberíntica, caótica y oscura, fruto de las sucesivas reformas que sufrió. Muchas habitaciones carecían de ventanas y sus muros eran demasiado gruesos, algunos eran la fachada original medieval recubierta de una nueva fachada barroca. Se conservan descripciones y cuadros en los que se puede ver que sus paredes estaban decoradas con pinturas que ahora forman parte de la colección del Museo del Prado.  Destaca el famoso cuadro de Las Meninas pintado en 1656 por Diego de Velázquez. En el cual  se ve al fondo una de las salas de los aposentos reales del Alcázar, seguramente situado en la Torre Dorada I. 

También gracias a los retratos de aparato de los distintos reyes de la Casa de Austria se puede reconstruir el aspecto aproximado del Salón de los Espejos o Salón del Trono. Este estaba decorado con dos enormes mesas con patas de bronce en forma de león sosteniendo una bola de mármol rojo, y sobre estos a su vez un tablero de mármol blanco. Estos muebles fueron traídos de Roma por Velázquez en su segundo viaje a Italia en 1749. También se representaron en los retratos reales dos espejos con marco de oro en forma de águila imperial. Es conocida la existencia de varias galerías dónde se encontraban cuadros de pintores  tales como Rubens, Tiziano, Tintoretto… y la desaparecida serie de vistas de ciudades españolas pintadas durante el reinado de Felipe II por Anton van den Wyngaerde. 

Las Meninas. Diego de Silva y Velázquez. 1656. Óleo sobre lienzo, 320,5 x 281,5 cm. Museo Nacional del Prad

 

Reconstrucción virtual del Salón de Los Espejos o Salón del Trono. Museo Imaginado. 

 

Mesa del Salón de los Espejos conservada actualmente en el Museo del Prado. 

 

 

DESAPARICIÓN

El 24 de diciembre de 1734 un incendio, supuestamente fortuito, aunque a veces se le atribuye al propio Felipe V, se inició en las zonas de servicio. Esta catástrofe  devoró el Real Alcázar en su totalidad. Durante el incendio se salvaron muchas obras de arte, principalmente cuadros y estatuas, gracias a que pudieron ser lanzadas por las ventanas con ayuda de los monjes de San Gil que acudieron al lugar al ver las primeras llamas. Pero se perdieron otras muchas que no pudieron ser salvadas a tiempo como La Expulsión de los moriscos de Velázquez considerada su mejor obra pictórica. También se perdió calcinado el Tocado de Moctezuma, traído por Cortés como regalo a Carlos V, y que perteneció al emperador azteca del mismo nombre. También los monjes de San Gil trataron de salvar las reliquias del interior del relicario de la Real Capilla, pero  cuando entraron quedó sepultado por los escombros e incinerado por las llamas.

En cuanto a las obras de arte salvadas del incendio destaca una de las mesas con leones que Velázquez trajo para Felipe IV desde Italia y que hoy en día está en el Museo del Prado. Así como otros leones de bronce gemelos a estos, seguramente parte de la otra mesa, y que fueron reutilizados para la decoración del Salón del Trono del Palacio Real de Madrid.  Otras obras que se salvaron fueron Las Meninas de Velázquez o Carlos V en la Batalla de Mürberg de Tiziano. Prácticamente la gran mayoría de las obras salvadas del incendio del Real Alcázar de Madrid son actualmente la base de la colección del Museo del Prado.

Este fatídico incendio permitió a Felipe V encargar levantar en el mismo solar un nuevo palacio totalmente desde cero siguiendo la moda entonces imperante en Europa de palacios a la italiana. No será hasta 1736 cuando se consiga limpiar el solar de los restos del malogrado palacio, iniciándose así los trabajos del futuro nuevo Palacio Real, pero esa ya es otra historia.

 

 

 

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