
09 Dic GUÍA DE OCIO NOCTURNO DE AYER. Tres locales nocturnos del Madrid de antaño.
HOY EN DÍA ABUNDAN LAS CUENTAS GUIA EN REDES SOCIALES QUE RECOMIENDAN LOCALES DE OCIO NOCTURNO EN LA CIUDAD DE MADRID. SIN EMBARGO ESTA GUIA ESTÁ DEDICADA AQUELLOS LOCALES DESAPARECIDOS A LO LARGO DE DISTINTAS ÉPOCAS Y QUE BIEN PODRÍAN HABER PROTAGONIZADO ENTRADAS EN REDES SOCIALES.
El ocio nocturno madrileño durante el siglo XX se caracteriza por la creación primero de este y el surgimiento de locales de baile y copas de ambiente elegante y refinado en la primera mitad del siglo. Este fenómeno comenzó en los 30 con el surgimiento en España del concepto de sala de baile o sala de fiestas a imagen y semejanza de los locales de ocio nocturno de EEUU. Técnicamente eran lo que se conoce también como cabaret, aunque con la ausencia de vedettes. Se caracterizaban por ofrecer a sus clientes orquestas de música en vivo, bailes, mesas para consumir bebidas, todo ello en un ambiente elegante y elitista.
Posteriormente este concepto irá evolucionando a espectáculos de cabaret o music-hall propiamente dichos. Para terminar mutando en locales alterne y bailes provocativos durante la segunda mitad del siglo, gracias al levantamiento de la censura con la llegada de la Democracia. Muchos de los sitios de moda de la primera mitad supieron adaptarse a las modas de la segunda mitad del siglo, pero otros muchos cerraron antes de tener una segunda oportunidad. Parece ser que durante los años 30 la mayoría se situaban el la calle de Alcalá y sus inmediaciones. Mientras que en los años 40 en adelante el público se trasladó a la Gran Vía. Hoy en Relatos del Arte vamos analizar, desde un punto de vista histórico-artístico tres de aquellos locales de ocio nocturno los cuales seguramente de haber existido aún hoy hubieran gozado de gran popularidad, adaptándose tal vez a cena-espectáculo o modernos Nightclubs, pero que el destino de la historia así no lo quiso.
DANCING-SALÓN DE TÉ CASABLANCA
Plaza del Rey, Nº6
CARACTERÍSTICAS:
- Tetería.
- Bar.
- Música en vivo.
- Baile.
- Ambiente del Hollywood Clásico.
En el Madrid de los años 30 uno de los más concurridos fue el Dancing – Salón de té Casablanca. Fue proyectado por el prestigioso arquitecto Luis Gutiérrez Soto en 1933 y se situaba en la Plaza del Rey de Madrid, detrás de la calle Alcalá. Pese a que su aspecto general y nombre pueda recordar vagamente a la película Casablanca de 1942, este local era anterior al tal film por lo que cualquier semejanza con el club aparecido en tal famosa película es pura coincidencia. Con total seguridad su nombre vendría de la ciudad marroquí homónima famosa por sus salones de té y muy de moda en los años 30.
Se trataba de un edificio de nueva planta largo y estrecho, lo que fue todo un reto constructivo para su constructor, pues buscaba que fuera cómodo y práctico al mismo tiempo en un solar tal vez inapropiado para los grandes espacios que se necesitaban para este tipo de establecimientos. Estaba realizado en hormigón armado y su decoración era lo suficientemente sencilla para los cánones modernos de entonces pero exuberantemente decorada para resultar apetecible bailar en el. En su fachada principal, la cual a falta de un edificio que atrajera a sus visitantes, poseía un gran pórtico de acceso y una enorme palmera de neón que acompañaba a otro cartel luminoso donde se podía leer «Casablanca» con una bella fuente de letra entrelazada. Para Luis Gutiérrez Soto los dancing clubs de la época resultaban extravagantes, absurdos y agobiantes en su decoración colorista y detallada, por lo que convenció a su promotor para que todo fuera blanco y negro, salvo los elementos florales, lumínicos y acuáticos. Este local de ocio nocturno estaba decorado grandilocuentemente al estilo de la Edad Dorada de Hollywood, de la cual era contemporáneo. En términos más académicos se podría catalogar dentro del art decó o su vertiente española, El Racionalismo y de la que Luis Gutiérrez Soto era arquitecto experto. Esta temática cinematográfica le permitía jugar con conceptos como el movimiento, ilusión y magia en su puesta en escena y decoración.
Para desarrollar estos conceptos contaba con un escenario con plataforma móvil (para hacer el relevo de la orquesta sin dejar de tocar), techo retráctil (para mostrar las estrellas por la noche), y fuentes y neones para crear juegos de luz y agua, que incluso cambiaban de color, según lo requería el espectáculo de cada noche. Con todo ello se podían crear diferentes decorados en los que era fácil perderse en los sonidos amenizados por la orquesta. Es interesante que dediquemos unas líneas a la plataforma móvil del escenario. Esta era una proeza técnica de su época. Tenía un diámetro de 6,5 m y se dividida en 6 segmentos. Gracias a un motor operado por un empleado se podían bajar o subir los distintos segmentos en función de las necesidades de la orquesta, además de la ya mencionada función de girar sobre si misma. Incluso podía dejar ocultas partes de esta si se requería reducir el numero de músicos, cuyo máximo era de 30 según se había calculado con exceso de carga.
(Arriba) Fachada principal y neones del Casablanca (Sobre estas líneas) Pista de baile. COAM
La brillantez constructiva de Gutiérrez de Soto quedaba patente en su sala principal rematada por las escalinatas para la orquesta y el suelo de la pista de baile realizado en mármoles de distintos colores y presidida por un dibujo de un astro sol-luna. Entorno a este dibujo pétreo se situaban las mesas y sillas de esta cuatro comensales. La iluminación era cenital. La sala poseía dos alturas, siendo la segunda un anfiteatro al que se accedía por grandes escaleras curvas y estaba decorado con grandes vitrinas que albergaban plantas tropicales, pájaros y monos. Debajo de estas, a pie de pista, se encontraban unos arcos que daban paso a la zona de bar para la preparación de bebidas. A todo este alarde de decoración art decó muy propia de Miami cabe añadir y mencionar de nuevo su techo retráctil, el cual era accionado por el mismo operario que la plataforma giratoria, permitiendo así sustituirlo por la luz de las estrellas, elemento algo frívolo pero seguramente pensado para refrescar en las cálidas noches de verano a los clientes. Junto con la sala principal se encontraban otros espacios interesantes arquitectónicamente como el vestíbulo con un tragaluz y una fuente así como el guardarropa en forma semicircular, y que tenía ciertas similitudes con las taquillas de los cines de la época.
Diferentes imágenes correspondientes al vestíbulo, el guardarropa y las vitrinas del piso superior. COAM
La pista de baile con el techo descubierto. COAM
Las sesiones en el Casablanca consistan en bailar y tomar algún cóctel en sus mesas mientras sonaban de fondo diferentes orquestas, entre las que destacaban las de Raúl del Castillo, Los Tamara, Carlitos Corrial y Marquesa Anchart con Los Tico Tico. Grupos de artistas hoy en día desconocidos pero seguramente famosos por aquellos años. Con los años el Casablanca decayó dejando de ser uno de los locales de ocio nocturno más memorables de la capital. Para 1971 poco quedaba ya de su decoración art decó y en 1974 fue renombrado como Verona, ofreciéndose como music-hall, más similar al concepto de cabaret estereotipo. Sin embargo, ese mismo año tuvo que echar el cierre. Fue demolido poco después siendo actualmente sustituido por un edificio de oficinas del Área de Gobierno de Economía y Hacienda y sus respectivos jardines.
Vista actual del lugar donde estuvo el Casablanca. Google Maps.
CAFÉ AQUARIUM
C/ Alcalá Nº35
CARACTERÍSTICAS:
- Bar.
- Café.
- Restaurante.
- Ambiente acuático.
A principios del siglo XX los cafés de tertulias científicas y literarias decimonónicos habían evolucionado a centros de ocio del gusto americano en donde se reunían tanto intelectuales como gente sin aparente beneficio que buscaban disfrutar de las bebidas de moda. Por aquellos años el tramo de la calle Alcalá comprendido entre el Edificio Metrópolis y el cruce con la calle Sevilla estaba lleno de bancos y cafés que seguían esta moda como Negresco, Granja de Henar o Colón. A pocos metros del edificio Metrópolis en la calle de Alcalá se abrió en 1932 el Café Aquarium. Se trataba de un novedoso lugar de esparcimiento, destinado también a ser cervecería. Contaba con una gran terraza sobre la acera de la calle. Su propietario era el empresario Luis Sanz, quien también poseía la Joyería Sanz en la Gran Vía, la cual tenía ciertas similitudes en la decoración con el mencionado café.
El Aquarium era también obra del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, siendo inaugurado el día 11 de julio de 1932 en el número 39 (hoy nº 35). Sus precios, a pesar de su lujosa decoración, eran corrientes en todos los artículos. De hecho a diferencia de otros cafés de la época y la misma calle era frecuentado por los snobs y gente que seguía la cursilería del momento, incluso fue frecuentado por el futuro dictador Francisco Franco.
El Aquarium tenía dos accesos. El principal por la calle Alcalá y uno trasero por la calle paralela de Caballero de Gracia. El principal, único del que se conocen fotografías, se componía de una puerta giratoria. Tras atravesarla se llegaba a la entrada donde se hallaba, según la prensa de la época, la primera y legítima fuente de soda americana en España que estaba servida por dos barmans americanos quienes confeccionaban variadas combinaciones de refrescos y helados a la vista del público, toda una novedad en el Madrid de los años 30.La decoración del Aquarium era art decó y todo en él era curvo. Prácticamente todas las paredes estaban forradas de mármol negro, espejos y en algunas zonas poseía acuarios con peces, que daban nombre al local.
La iluminación combinaba luces indirectas de colores. Otra de sus proezas fue poseer la luna de escaparate más grande de España con sus siete metros de largo por tres y medio de alto, en una sola pieza. Los asientos eran amplios y las mesas de pequeño tamaño. Estos elementos proporcionaban cómodas zonas de paso con suelos completamente enmoquetados.
(Arriba) Fachada principal desde la calle Alcalá. (Sobre estas líneas) Distintos salones del Aquarium. Cafés de Madrid.
Este establecimiento de ocio gozó de gran popularidad llegando a estar lleno prácticamente todas las noches. Sin embargo, al comenzar la Guerra Civil Española en 1936 el café Aquarium fue abandonado por su empresario y pasó a ser gestionado por los propios trabajadores, los cuales pese al enorme déficit en el negocio, pudieron controlar los gastos y obtener beneficios.
Terminada la Guerra Civil en 1939 el café Aquarium fue entregado a su antiguo propietario, quien tuvo que subir el precio de los cafés pese a que el gobierno civil había expuesto el criterio de mantener los precios existentes a fecha del inicio de la guerra, pero el Aquarium no lo cumplió y por ello fue multado con 2.500 pesetas. Pese a que intentó mantenerse activo organizando tertulias las circunstancias de la posguerra no permitirían devolverle a su época dorada y, en octubre de 1945, anunciaba la venta de todos los muebles y enseres. Cerró poco después. En la actualidad el edificio que albergó este café se conserva pero el local comercial ha sido dividido en varios, siendo solo uno de ellos dedicado a la restauración y poseyendo una pequeña terraza.
Vista actual del lugar donde estuvo el Café Aquarium. Google Maps.
PASAPOGA
Gran Vía nº37
CARACTERÍSTICAS:
- Bar.
- Bailes de salón.
- Música en vivo.
- Espectáculos nocturnos.
- Restaurante (a partir de los años 70).
- Discoteca (a partir de los años 90)
- Ambiente barroco y frívolo.
Terminada la guerra civil el ocio nocturno madrileño se trasladó a la Gran Vía, inaugurándose en sus edificios varias Salas de Fiestas o Music Halls. Sin lugar a dudas la más famosa fue Pasapoga. De los tres pertenecientes a este artículo es el único que se podría decir que se ha convertido en leyenda. Pues su fama ha superado el tiempo que estuvo abierto por ser el único que de alguna forma se mantiene pese a que ya no sea un local de ocio.
Fachada y cartelería del Cine Avenida y el Pasapoga en 2008. Google Maps.
El Pasapoga fue una sala de fiestas y posterior discoteca situada en sótano del Cine Avenida, en el número 37 de la Gran Vía. El edificio del Cine Avenida había sido diseñado por el arquitecto José Miguel de la Quadra-Salcedo en 1928 en estilo neoclásico muy austero pero con gran riqueza neobarroca en su interior. El propietario del edificio era Vicente Patuel, quien en 1930 decidió dar un uso al sótano del cine inaugurando en este una sala de billar subterránea denominada «Avenida». Este uso para las bajos de los cines era muy habitual por aquella época para sacar el máximo partido a los edificios, siendo su mayor exponente la sala de billares del cercano Cine Callao. Sin embargo, la sala de billar Avenida apenas duró un lustro pues terminada la Guerra Civil estaba clausurada.
En 1942 Patuel se asoció con Julio Sánchez, Rafael Porres y Rafael García con el objetivo de inaugurar una opulenta sala de fiestas en los obsoletos billares Avenida, a la cual llamaron “Pasapoga”. Este curioso nombre era el acróstico formado por las dos primeras letras de los apellidos de sus cuatro propietarios. PA (tuel) SA (nchez) PO (rres) GA (rcía). Las obras de reconversión de sala de billar a local de ocio nocturno fueron encargadas al arquitecto Enrique Simonet Castro y al decorador Mariano García. Este último trabajaría por los mismos años para Patuel en la redecoración de la sala de proyecciones del mismo edificio y para otros edificios de usos similares por todo Madrid. El trabajo de Mariano García se caracterizaba por la elaboración de esculturas y pinturas murales opulentas y de gusto neorococó. El Pasapoga fue dotado de una exuberante decoración a base de pinturas murales, grandes candelabros, grandes columnas, cortinas, mármoles de distintos colores, espejos y hasta 12 kilos de oro para recubrimiento de los artesonados de madera del techo. El tema predominante en la decoración era el amor y la fiesta haciendo uso de replicas, de dudosa calidad, de obras de autores barrocos y rococo, como Goya o Fragonard. Además de un lienzo, presidiendo la barra, obra del pintor Ramón Stolz Viciano, activo durante los años 40 y 50, y cuyo coste fue de 1.500.000 pesetas de la época.
Se accedía desde uno de los tres portales con los que contaba el edificio del Cine Avenida en su fachada principal, siendo el más cercano a la plaza de Callao el que nos ocupa. Estaba acompañado de un gran anuncio de neón en vertical y en forma de flecha que recorría la fachada del edificio, así como otro horizontal mas pequeño sobre la puerta principal y que fue cambiando a lo largo de su historia. Ambos anunciaban en letras mayúsculas PASAPOGA. Tras atravesar el portal se llegaba al vestíbulo, de reducidas dimensiones pero decorado con cristales, en toda sus paredes, de tonalidad ocre dándole una apariencia de bronce.
A continuación un arco daba paso a una espléndida escalera cuyas paredes estaban decoradas con replicas de las pinturas El encuentro y La Confesión del amor, pertenecientes a la serie de pinturas El Progreso del Amor del siglo XVIII, obra de Jean-Honoré Fragonard. El final de la escalera estaba custodiado por dos altos candelabros. Desde aquí se veía la barra del bar, la cual ofrecía modernos cocteles. A continuación se situaba la pista de baile. Esta contaba con dos pisos, era en planta de herradura y decorada con revestimiento de mármol blanco, negro y verde. Poseía varias columnas, palcos y escalinatas. Todo ello presidido por un amplio escenario para orquesta, el cual podía configurarse en distintos tamaños y alturas. A su vez tras las cortinas de este se situaban murales emulando pinturas rococo. Contaba además con cuatro salas anexas destinadas a pistas de baile y zonas de mesas. El mobiliario era de estilo isabelino, algo así como el victoriano español, destacando enormes alfombras, lámparas de araña y aparatos eléctricos en bronce y cristal. Sobre la pista de baile se situaba una cúpula recubierta de pan de oro, cristales, artesonados de temática vegetal, replicas de las pinturas de la serie de los cartones para tapices de Goya y una enorme lámpara de cristal en su centro. La exuberancia y el lujo del conjunto hizo que en su época se dijera que incluso el suelo era de oro, algo claramente inverosímil. En su año inaugural, 1942, la entrada costaba entre 12 a 15 pesetas, algo imposible de pagar por la mayoría de los bolsillos pues aquel año fue conocido como «El Año del Hambre» por ser el más duro de la posguerra. Esto hizo que fuera conocida popularmente como el “Pasa y paga”. En sus primeros años era obligatorio asistir de rigurosa etiqueta. Si no se cumplía este requisito en los hombres los porteros les entregaban una corbata.
Todas las tardes y noches el Pasapoga ofrecía bebida, té, pastas y espectáculos de estrellas nacionales e internacionales. De fuera de España fueron grandes acontecimientos las actuaciones de Antonio Machín y Frank Sinatra, entre otros muchos. Parece ser que Pasapoga era uno de los locales favoritos de Sinatra durante sus estancias en Madrid en los años 50, pues lo visitó tanto como artista invitado como cliente habitual, siendo aquí donde compartía mesa con Ava Gardner y la española Lola Flores. Menos conocidos para la posteridad fueron la actuaciones de artistas españoles como Mary Merche y Lolita Garrido, quien le dedicó una canción titulada «En Pasapoga se baila el bugui «, en alusión al baile del mismo nombre muy de moda en aquellos años y que seguramente se bailaba habitualmente en Pasapoga.
También fue frecuentado durante la II Guerra Mundial por altos mandos nazis y franquistas, jefes de estado de países aliados de España y espías con el objetivo de espiar a los alemanes. Con el paso de los años se consolidó como el lugar d ocio nocturno más famoso de España, surgiendo por otras partes del país, incluso de Latinoamérica, locales con el mismo nombre. También sus cocteles fueron famosos, siendo competencia directa de otras coctelerías cercanas aún existentes como el Bar Chicote.
(Arriba) Entrada del Pasapoga en 1942. (Sobre estas líneas) Distintas imágenes de la escalera y la pista de baile. Todocolección.
A medida que iban pasando los años nuevos locales de ocio fueron superando en popularidad al Pasapoga, pero la sala de fiestas, autodenominada en su publicidad como «La sala de fiestas más famosa del mundo», supo mantenerse a flote cambiando su decoración por los gustos del momento pero manteniendo su estética. En la década de los 70s evolucionó a cabaret de alterne, aprovechando el fenomeno del destape. En está etapa fueron destacables las actuaciones de La Coccinelle, famosa actriz, vedette y cantante francesa transexual. La cual fue anunciada en Pasapoga como fenómeno de circo y en horario nocturno para evadir la censura. Parece ser que entre el Pasapoga y la censura había una relación de permisión algo curiosa. Es conocida la anécdota de un supuesto guion censurado del cineasta Luis García Berlanga, en el cual se censuró una vista general de la Gran Vía porque según el censor: “Siendo usted el director ¿quién nos garantizaba que en ese plano no incluyese un grupo de curas saliendo del Pasapoga?”.
En 1979 sufrió un incendio el cual solo produjo daños materiales, perdiéndose parte de su decoración original. Este incendio fue muy similar al famoso incendio de la discoteca Alcalá 20 de 1983 y fue el comienzo de las dudas sobre la idoneidad de locales subterráneos para usos recreativos por su dificultad de desalojo. A medida que la década de los 70 fue dando paso a los 80 continuó celebrando espectáculos de cabaret a la par que añadía a su oferta de ocio actuaciones de humor de cómicos tan conocidos como Fernando Esteso o Eugenio. En cuanto a las bebidas estas dieron paso a buffet libre durante toda la noche. En algún momento entre los años 60 y 80 fue dotado de una plataforma móvil en el centro de la pista de baile, la cual podía ser montada y desmontada según las necesidades del espectáculo de aquella noche. Con la llegada de la década de los 90 empezó a decaer este tipo de locales de ocio. El antaño público distinguido y elegante acabó por desaparecer para ser sustituido por personas de fuera de Madrid y de escasa cultura que acudían al Pasapoga por las noches a ver espectáculos subidos de tono para luego regodearse en sus pueblos de las cosas que habían visto en la capital. Tan solo cuando los espectáculos implicaban grandes estrellas o era aquillada para bodas recuperaba algo de su antiguo glamour, el cual se moría a pasos agigantados con la degradación de la Gran Vía al empezar a cerrar sus cines y tiendas.
(Arriba) Entrada del Pasapoga en los años 60. Vintage Menu Mania. (Sobre estas líneas) La pista de baile en los años 60 con su escenario móvil montado.
A finales de la década de los 90 su barroca decoración asistió a un nuevo cambio de uso al convertirse en discoteca de música house y ambiente gay, disputándose la fama con otras discotecas dirigidas al mismo público como Xénon (curiosamente situada en los que habían sido los billares subterráneos del Cine Callao). Con esta nueva vida se consolidó como uno de los mejores nightclubs alternativos de Madrid. Sin embargo, la subida de los precios, la desaparición de los locales de renta antigua y el cambio de uso por parte de los herederos de Patuel del Cine Avenida para uso comercial hicieron que en 2003 la legendaria sala de fiestas Pasapoga cerrara para siempre.
Fotogramas de la entrada y la pista durante el Orgullo Gay de 2001. Youtube.
En 2008 todo el edificio se convirtío en tienda de ropa de una famosa marca internacional, la cual fue relevada en 2023 por otra firma de ropa. De Pasapoga se conserva hoy en día, entre estantes de ropa: El vestíbulo, parte de la escalera y sus pinturas, el techo de la cúpula y su lámpara y uno de los techos del artesonado. Más suerte tuvo el resto del edificio, que conserva todo su interior salvo la sala de proyecciones. Los mármoles verdes y blancos, candelabros, decoración pictórica, apliques y espejos de los restos del Cine Avenida nos permiten imaginar aquellos elementos perdidos en antaño tan célebre y fiestero sótano.
Aspecto actual del vestíbulo e inicio de la escalera del Pasapoga en su nueva vida como tienda. Foto del Autor.
Techo de la pista de baile del Pasapoga en la actualidad como tienda. SportLife.
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